Haré que mis ojos rompan tu pecho
que mis dedos secuestren las ciudades de tu cuepo
que mi pies recorran tus montes más fértiles
y, finalmente, te llevaré al sol,
para que te enciendas con su luz de hierro
y te quemes con sus explosiones de duelo
Bienvenid@ a la pequeña y escurridiza frontera entre el minicuento, la minificción y la poesía.
¿Puedes reflexionar, desaprender, perderte y volver a encontrarte desde lo breve?
En la brevedad siempre hay desconcierto
En la brevedad siempre hay desconcierto
miércoles, 2 de septiembre de 2009
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