El corazón se le llenó de cosas hasta que un día se le rompió. Le cosieron las partes, pero las cosas quedaron adentro y se siguió llenando. Ahora, cada que vez que se enamora o genera un poco de odio, una pequeña punzada en su pecho le reccuerda que tiene el corazón remendado. Siente un poco de dolor, pero a veces el dolor se le convierte en placer.
Bienvenid@ a la pequeña y escurridiza frontera entre el minicuento, la minificción y la poesía.
¿Puedes reflexionar, desaprender, perderte y volver a encontrarte desde lo breve?
En la brevedad siempre hay desconcierto
En la brevedad siempre hay desconcierto
viernes, 26 de octubre de 2007
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1 comentario:
Todo sin desperdicios
Naya
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