"¿Puedo tocarte?" pensó preguntarle. "Sabes que tengo un deseo inundado de viejas pasiones... en este instante quisiera hundirme en el ardor de tu piel, pero sé que no me lo permitirás" pensó.
"¿Puedo tocarte?" quizo preguntarle y siguió pensando: "sabes que tengo un deseo inundado de incertidumbres... en este instante quisiera hundirme en el ardor de tu piel, pero sé que que no me lo permitirás".
Bienvenid@ a la pequeña y escurridiza frontera entre el minicuento, la minificción y la poesía.
¿Puedes reflexionar, desaprender, perderte y volver a encontrarte desde lo breve?
En la brevedad siempre hay desconcierto
En la brevedad siempre hay desconcierto
miércoles, 23 de mayo de 2007
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