"¡El canto del arroz!", gritó en su delirio, "¡el canto del arroz!", repitió y se inyectó nuevamente para hundirse en sus fantasías.
Bienvenid@ a la pequeña y escurridiza frontera entre el minicuento, la minificción y la poesía.
¿Puedes reflexionar, desaprender, perderte y volver a encontrarte desde lo breve?
En la brevedad siempre hay desconcierto
En la brevedad siempre hay desconcierto
martes, 22 de mayo de 2007
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