"¿Cuántos como yo te han llevado a la luna?", le preguntó. Ella se apoyó en sus brazos y le susurró una frase en el oído. Él, al escuchar ese aliento casi como un suspiro, la soltó y la dejó caer en el oscuro y profundo abismo del espacio. "Era lo menos que merecía", pensaron ambos, casi al mismo tiempo.
Bienvenid@ a la pequeña y escurridiza frontera entre el minicuento, la minificción y la poesía.
¿Puedes reflexionar, desaprender, perderte y volver a encontrarte desde lo breve?
En la brevedad siempre hay desconcierto
En la brevedad siempre hay desconcierto
viernes, 9 de julio de 2010
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