-¿Cuándo podré verte?- le preguntó él mientras se aferraba muy fuerte al teléfono.
Una pausa larga atravesó la conversación como un cuchillo afilado atraviesa la carne.
-Quizás mañana...- dijo la joven tendida sobre el mueble y con una mirada que ya se había extraviado desde hacía meses en el laberinto de sus propias dudas repitió -Quizás mañana...-.
Bienvenid@ a la pequeña y escurridiza frontera entre el minicuento, la minificción y la poesía.
¿Puedes reflexionar, desaprender, perderte y volver a encontrarte desde lo breve?
En la brevedad siempre hay desconcierto
En la brevedad siempre hay desconcierto
jueves, 17 de mayo de 2007
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